La nutricosmética se ocupa de la belleza desde el
interior, una tendencia en auge.
Pero, ¿sabemos realmente qué son los nutricosméticos?
Son productos alimenticios que, administrados
siguiendo las indicaciones del fabricante, poseen unas determinadas propiedades
que afectan favorablemente al aspecto del cabello, las uñas y
la piel, protegiéndolos y/o manteniéndolos en buen estado.
Una piel sana cumple con la función barrera para
mantener el equilibrio entre el entorno interno y externo del cuerpo. La piel
requiere nutrientes y minerales específicos para mantener
este equilibrio dado que está sometida a cambios constantes por factores ambientales
y asociados con el proceso de envejecimiento. En este sentido, hay
ciertas sustancias corporales cuyos niveles de producción descienden con la
edad, afectando a la flacidez de la piel, como por ejemplo, la elastina, la
decorina o el colágeno.
Además, el actual ritmo de vida, una dieta
desequilibrada y el estrés son factores que dificultan obtener
todos los componentes necesarios para mantener la piel en buen
estado. De ahí, el interés creciente en los nutricosméticos como complementos
alimenticios para ayudar a reducir estas deficiencias.
Muchas de las enfermedades
carenciales eran conocidas en la antigüedad, e incluso en el período
prehistórico.
Heródoto ya describe el escorbuto y más tarde en algunas crónicas
de las cruzadas. El beri-beri había sido observado siglos atrás en el Extremo Oriente
y el raquitismo en numerosos países. Sin embargo, se desconocían las causas.
Lo que se sabía era que dichas
enfermedades aparecían con más frecuencia en los desnutridos o en difíciles
condiciones de vida, sobre todo en los navíos que realizaban largas travesías.
Es por esto, sin duda, que el descubrimiento de muchos trastornos carenciales –y
sus remedios- fueran llevados a cabo por navegantes.
El doctor James Lind, de la
marina británica, detectó el papel que desempeñaba el limón en la prevención
del escorbuto.
En 1885, el almirante japonés
Tataki cambió la alimentación de los marineros de la flota japonesa que se
basaba en arroz refinado, logrando evitar muchos casos de beri-beri.
En los albores de la ciencia
dietética se creía que bastaba con comer cierta cantidad de alimentos,
cualesquiera que fueran, para estar bien y suficientemente alimentados. Sin
embargo, no basta con la cantidad.
A finales del siglo XIX, diversos
investigadores constataron que si alimentaban a ratones con leche, éstos vivían
muy bien. En cambio, si en lugar de suministrarles leche natural les daban cada
componente de la leche por separado, los animales morían. Dedujeron, pues, que
en la leche existía, además de los elementos conocidos, algún otro elemento aún
desconocido pero necesario para la vida.
En el caso del beri-beri que se
daba en pacientes y animales bien alimentados con arroz refinado, se observó
una rápida mejoría y la curación en cuanto se cambió la dieta por arroz
integral. Por consiguiente, se constató que en la cáscara del arroz, al igual
que en la leche, existía un componente “misterioso” cuya ausencia provocaba la
enfermedad y la muerte.
Fue en 1910 cuando el bioquímico
estadounidense Casimir Funk aisló ese “componente misterioso”: una sustancia
química del grupo amino, soluble en agua, a la que dio el nombre de VITAMINA; es decir, amina necesaria
para la vida. Se trataba de la vitamina B1.
Por la misma época, más o menos,
los investigadores Hopkins y Stepp demostraron que ciertas sustancias –solubles
en las grasas- eran indispensables para el crecimiento de ratones y las
llamaron vitamina A.
El término vitamina tuvo impactó
mundial y fue adoptado unánimemente para dar nombre a esas sustancias, si bien
hoy sabemos que no todas las vitaminas son aminas ni todas son necesarias para
la vida.
Las vitaminas son sustancias
alimentarias que no aportan calorías y que tienen en común:
Ser necesarias para el buen funcionamiento celular
del organismo.
Actuar en dosis muy bajas; entre 1 y 100
microgramos o miligramos al día, dependiendo de cada vitamina.
El organismo no puede efectuar la
síntesis de las vitaminas, por lo que éstas deben aportarse en la ración
alimentaria. En puridad, el organismo puede sintetizar algunas pero en
cantidades tan ínfimas –salvo la vitamina D- que es necesario aportárselas.
Sin las vitaminas, el cuerpo no
podría aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por
la alimentación; las proteínas, los azúcares, la fécula, las grasas. Desempeñan
una función catalizadora y activan la oxidación de los alimentos, así como las
operaciones metabólicas y facilitan la liberación y utilización de la energía.
Son como la chispa que enciende el fuego.
Actúan tanto solas como
constituyentes de una enzima; por eso se dice que son coenzimas. Intervienen,
por consiguiente, en los fenómenos más íntimos de la vida celular.
Las vitaminas se presentan bajo
dos formas:
Vitaminas liposolubles:
Las vitaminas
liposolubles se disuelven en grasa (lípidos). Estas vitaminas, normalmente son
absorbidas por las lipoproteínas que viajan a través del sistema linfático del
intestino delgado y en la circulación de la sangre de nuestro organismo. Estas
vitaminas liposolubles, especialmente las vitaminas A y E se almacenan en los
tejidos de nuestro organismo.
Una vez que se
han almacenado en los tejidos de nuestro cuerpo, las vitaminas liposolubles
tienden a permanecer en ellos. Esto quiere decir que si una persona toma
demasiada cantidad de una vitamina liposoluble, esta se mantendrá presente en
su cuerpo a lo largo del tiempo pudiendo producirse una condición
potencialmente peligrosa conocida como hipervitaminiosis, que literalmente
significa un exceso de vitaminas en el organismo.
Las personas también pueden presentar deficiencias en vitaminas liposolubles si toman muy poca
cantidad o si su asimilación se reduce, por ejemplo, por tomar ciertos
medicamentos que pueden interferir en la absorción de vitaminas por el
intestino. También algunas enfermedades como la fibrosis quística pueden
producir deficiencia de enzimas del páncreas que de forma similar interfieren
en la absorción de estas vitaminas en el intestino.
Existe una
diferencia entre las vitaminas que son solubles en agua de forma natural, tales
como las vitaminas B y C y la forma disuelta en agua de vitaminas como la
vitamina E, que de forma natural es una vitamina liposoluble. Esta forma de
vitamina E es soluble en agua mediante la adición de ciertos compuestos durante
el proceso de elaboración. Esto, hace que esta forma soluble en agua de la
vitamina E se pueda absorber de forma más eficiente por las paredes
intestinales.
Vitaminas hidrosolubles:
A diferencia de
las vitaminas liposolubles, las vitaminas hidrosolubles se disuelven en agua y
no en lípidos o grasas. Debido a esto, las vitaminas hidrosolubles, se eliminan
a través de la orina. Dado que su eliminación es muy frecuente, necesitamos
tomar vitaminas hidrosolubles de forma habitual en nuestra dieta.
Los grupos de
vitaminas que son hidrosolubles son las del complejo B y la vitamina C.
Las vitaminas
hidrosolubles, se destruyen fácilmente o se eliminan durante la preparación de
los alimentos y también en su almacenamiento. El almacenamiento adecuado de los
alimentos y su correcta preparación, pueden minimizar la pérdida de este tipo
de vitaminas. Para reducir la pérdida de vitaminas hidrosolubles que se produce
al almacenar alimentos, refrigéralos si no los vas a consumir frescos y
mantenlos alejados de la luz solar.
Al cocinar
vegetales, se puede utilizar el agua de la cocción para preparar sopas ya que
la mayor parte de las vitaminas hidrosolubles se quedan en el agua que queda
tras hervir los vegetales.
Las diferencias
entre vitaminas sintéticas y naturales, no es del agrado de la industria
farmacéutica. Sin embargo, estas diferencias son reales y han sido puestas de
relieve por la incipiente competencia de la industria que apoya la salud
natural.
Todavía algunos
científicos, generalmente muy relacionados con la actividad farmacéutica,
insisten en que las vitaminas sintéticas tienen idénticas estructuras
moleculares y químicas que las vitaminas naturales. La naturaleza es mucho más
sabia; efectivamente en el laboratorio puede duplicarse (replicarse) el agua de
mar de manera tal que sea prácticamente idéntica al agua marina, sin embargo si
Ud. pone peces en esta agua sintética todos morirán.
Lo mismo
originó justamente el descubrimiento de las vitaminas. La ciencia moderna de la
nutrición natural, plantea que existe un “algo más”, un principio aún no
definido, pero que se manifiesta sinérgicamente. Al igual que una mala
fotocopia, en que falta una sección, aunque sea pequeña, ya no es la misma y es
posible que en ese sector se hubiera perdido alguna información que hace del
texto ilegible para el lector. Este tema está también muy relacionado con el
problema de las vacas locas o la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) y
enfermedades relacionadas, donde proteínas defectuosas denominadas priones – si
bien son normales en su composición molecular, son anormales en su modelo o
configuración- sólo se diferencian por unos muy pocos enlaces de aminoácidos y
en una posición precisa en largas cadenas de ellos.
Las vitaminas naturales y los
minerales orgánicos poseen notables ventajas contra las vitaminas sintéticas y
minerales inorgánicos; poseen atributos nutritivos que no pueden ser emulados
en los laboratorios químicos.
Los consorcios químicos mantienen
todavía vitaminas sintéticas en el mercado, exclusivamente por la razón
costos/beneficios, que la industria farmacéutica debe manejar muy bien. Los
costos de producción de las vitaminas sintéticas son extremadamente más bajos
que las vitaminas con origen orgánico y pueden ser comercializadas con un
increíble margen de ganancias. Se imagina usted, si la industria farmacéutica
doblegara a la incipiente industria de la salud natural; sin competencia, en un
mercado monopolista, mayores ganancias. En términos de productos sintéticos las
ganancias son sólo económicas y las pérdidas la hace el cuerpo humano.
Los productos naturales ponen en
riesgo a un negocio de muchos billones de dólares: la industria fármaco química.
Las empresas farmacéuticas
presionan fuertemente para que los organismos oficiales de la salud pública
fijen normas rígidas, que limiten los niveles de nutrientes en los alimentos y
suplementos alimenticios. Esto permite que más allá de estos “umbrales” todo
producto natural caiga en la esfera de los fármacos. Con ello, se pretende
fármaco-monopolizar la salud.
Los países en vías de desarrollo
hemos estado mucho tiempo cerrados a la evidencia científica. Sin embargo,
gracias a la red de la internet, hoy ya el conocimiento se ha globalizado y la
medicina y la estrategia de salud natural de las personas se abre pasos aceleradamente.
Ha sido vital en el despertar del consumidor, la gran contribución de todos las
organizaciones ecologistas y vegetarianas que promueven el derecho a la salud
natural en el mundo.
Debe persistirse en fomentar que
las personas se abstengan de consumir vitaminas de síntesis y minerales
“no-orgánicos”. Se hace necesario mayor difusión que la realizada hasta ahora
respecto a obtener los nutrientes esenciales mediante el consumo de alimentos y
suplementos alimenticios naturales.
El ritmo de vida actual no nos
permite alimentarnos adecuadamente a diario, por lo que se hace necesario
aportar a nuestro organismo las vitaminas y minerales que necesitamos para su
correcto funcionamiento. Asimismo, al seguir una dieta para rebajar peso,
siempre hay que hacerlo bajo la supervisión de un profesional/especialista
quién podrá complementar esa dieta con los aportes naturales que considere
necesarios.
Por último se antoja especialmente
necesario en personas intervenidas del aparato digestivo y en pacientes
sometidos a cirugía bariátrica1,
ya que puede que no les sea posible asimilar los nutrientes aportados por
los alimentos mediante el tracto digestivo. Tu médico especialista te
recomendará lo que considere mejor para tu salud.
1Cirugía
bariátricaes el conjunto de procedimientos quirúrgicos
usados para tratar la obesidad, buscando disminución del peso corporal y como
alternativa al tratamiento con otros medios no quirúrgicos.